La Rosa de los vientos de Lisboa
Lo esencial es invisible a los ojos, dicen. No sé si será cierto, pero es verdad que a veces hay que alejar la mirada para poder comprender. Es un poco lo que pasa en el Monumento a los descubridores de Lisboa, ubicado a la vera del río Tajo.
Si uno logra subir ese monumento -hay un ascensor y escaleras que lo permiten- y llegar a la cima, podrá comprobar cómo el suelo que pisó hace instantes toma la forma de una grandiosa Rosa de los vientos.
Esta imagen, ubicada en cercanías de la Torre de Belem y el Monasterio de los Jerónimos, representa un homenaje a los marinos y colonizadores, a través de uno de los instrumentos más utilizados por ellos.
Hecha en mosaicos de color rojo, blanco y negro, en su interior se puede observar un mapamundi y bordeando, los típicos marcadores que señalaban el rumbo a los navegantes. También se aprecia, entre carabelas, la ruta realizada por los marinos que llegaron de Europa a América. Una de las particularidades de las rosas de los vientos eran las flores de lis que representaban el norte. Aquí tampoco falta.
La Rosa de los vientos del Monumento a los descubridores mide unos 50 metros de diámetro y fue diseñada por el arquitecto Cristino da Silva, en lo que fue un regalo de Sudáfrica a Portugal allá por 1960. Si uno pasa caminando por ese lugar puede que no llegue a ver en detalle la perfecta geometría del trabajo, generada a partir de la unión de los diversos baldosones. Sin embargo, al subir y tomar la distancia justa que permita la perspectiva, descubre la obra en todo su esplendor.
En relación a Cristino da Silva, autor también de uno de los lienzos del romanticismo portugués más conocidos como lo fue Cinco artistas em sintra, fue uno de los máximos exponentes de la corriente conocida como Estilo Portugués Suave, la cual fue fundamental allá entre los años 1940 y 1950. Sus delicadas líneas han quedado prendadas en el estilo arquitectónico de edificaciones públicas y privadas de todo Portugal.
Los viajantes saben que las vistas panorámicas son las más espectaculares e impresionantes. Pero la que ofrece este monumento es inmejorable. No sólo porque se aprecia desde allí la magnificencia de la zona de Belem, sino porque además la Rosa de los vientos permite anclar la mirada en un lugar y un tiempo determinado, y revelar a esa zona como un puerto abierto a los descubrimientos.
Foto vía: Disfrutalisboa
Categorias: Qué ver en Lisboa