Amalia Rodrigues, la Reina del Fado

Amalia Rodrigues

Una de las personalidades más destacadas y recordadas dentro de la memoria colectiva de los portugueses es Amalia Rodrigues, símbolo del Fado. Cabe recordar que el Fado es la tradición musical de Portugal por excelencia, en la que sus intérpretes se caracterizan por expresar mediante sus melodías la tristeza que en ocasiones acompañan su existencia.

Varios teóricos señalan que el origen de este género viene del norte de África, de Brasil y de Argentina, cantada originalmente por los esclavos o los inmigrantes como una forma de expresar su soledad, su nostalgia de sus seres queridos y la imposibilidad de regresar a su hogar.

Más conocida como «La Reina del Fado«, nació y murió en Lisboa 1920-1999, y durante su carrera musical se convirtió en una de las principales referencias a nivel internacional, participando en gran número de presentaciones en vivo, programas de televisión y también en cine. Con más de 40 años de carrera artística, Amalia fue una de las figuras más importantes que ayudaron en el desarrollo de este género musical.

Desde niña se destacó por su talento en el arte musical, pero debido a la pobreza de su familia, se vio obligada a desempeñar otros oficios como vendedora de frutas, bordados, ron, entre otros. Solo fue hasta el año de 1939 que su talento empezó a ser reconocido a nivel local cuando debutó en un sitio muy conocido por los amantes de la música popular de Lisboa llamado Retiro da Severa.

Sus primeras grabaciones empezaron en el año de 1945, y paradójicamente no fueron en Portugal, sino en Brasil, y a partir de ese momento, con 25 años, empezó a forjar un reconocimiento que traspasó los idiomas, llegando a actuar en importantes escenarios de Nueva York, París, Tokio y Moscú.

En los años cincuenta, el patrocinio del famoso poeta portugués David Mourao-Ferreira marcó una interesante etapa en su carrera, Rodrigues cantó con muchos de los más grandes poetas del país, y algunas letras fueron escritas específicamente para ella, por lo que el contenido de sus canciones era una verdadera obra de arte.

Amalia murió en el año de 1999, y tanto fue su legado, que un año después de su fallecimiento la Asamblea de la República de Portugal decide honrar su memoria con el traslado de sus restos al Panteón Nacional situado en la Iglesia de Santa Engrácia, y además su casa es ahora la Casa Museo de Amália Rodrigues, un lugar destinado a preservar la imagen y obra de esta artista.

Foto Vía: Michel Hillon



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