La Casa Museo de la gran Amalia Rodrígues

Amalia Rodrigues

Portugal es cuna de innumerables expresiones culturales, una de ellas es el Fado, la esencia musical portuguesa por excelencia, y que se caracteriza por expresar  tristeza en sus melodías. Por lo general es cantado por una sola persona, acompañada por la viola, nombre con el que se conoce a la guitarra clásica, y guitarra portuguesa.

Grandes músicos se destacaron en este género, pero sin duda alguna la considerada mejor exponente fue Amalia Rodrígues.

Esta afamada artista, conocida como «La Reina del Fado» nació y murió en Lisboa 1920 -1999, y en el siglo pasado fue una de las grandes figuras de Portugal a nivel internacional, con múltiples actuaciones y participaciones en cine y televisión.

Pues bien, como homenaje a tan importante personaje, en Lisboa se encuentra La Casa Museo de Amalia Rodrígues, ubicada en el número 193 de la Rua de Sao Bento, donde vivió desde los años 50 hasta su muerte. En su testamento, hizo explícito lo que era su voluntad, que la casa fue convertida en un museo con fines benéficos.

Así fue, esta casa se transformó con el objetivo de preservar y dar a conocer a todos sus admiradores el ambiente, los espacios y los objetos que rodearon la vida de la artista, los cuales son un testimonio vivo de su carrera y sus experiencias personales.

En total, se exponen más de 30 000 piezas. En el salón principal por ejemplo se encuentran hermosos objetos de gran valor como una guitarra del siglo XIX, el piano de cola, varias medallas y condecoraciones. El comedor está preparado para una noche de fiesta con la mesa puesta para ocho personas. Las paredes están adornadas con fotografías de la cantante, unas en sus diferentes presentaciones, otras en poses relajadas, pero casi siempre con su cara reflejando tranquilidad.

En el nivel superior se encuentra el espacio más íntimo y personal, el dormitorio, donde se exponen sus objetos personales tales como perfumes, vestidos, zapatos y joyas. En una de las paredes es imposible no darse cuenta de un cuadro pintado al carboncillo en el que la artista aparece con una expresión más suave que de costumbre, pero con una mirada penetrante. Tiene la siguiente inscripción: «También tuve el placer de ver Amalia. Suely, 1975.»

Es aquí, en la casa museo de Amalia Rodrígues donde el espíritu de esta gran artista aún permanece vivo.

Foto Vía bacondog



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Categorias: Museos de Lisboa


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